Chasque aquí para imprimir este mensaje

NUESTRO DERECHO BAUTISMAL A REZAR

El bautismo confiere a cada uno de los cristianos, el derecho dado por Dios a rezar. Ningún cristiano “debe pedir permiso” para rezar en una casa privada en unión con otras personas. Ninguna autoridad puede revocar o interferir con esta obligación. Cualquier autoridad en la Iglesia que intente detener dicha oración está actuando ilegalmente.

Toda persona bautizada se convierte en el Cuerpo Místico de Cristo, y por lo tanto, comparte con Cristo sus oficios de sacerdote, profeta y rey. El compartir el oficio sacerdotal de Cristo, para un laico significa unirse con Cristo al ofrecer sus oraciones, trabajo y sufrimiento a Dios. El bautismo en realidad nos obliga a realizar esta tarea. Se convierte en un derecho y obligación el rezar constantemente. Ningún cristiano por lo tanto, tienen que pedir “permiso” para rezar, ni ningún obispo puede interferir con el derecho de los fieles dado por Dios a unirse con otros en oración.

Es necesario señalar que los fieles de la Iglesia poseen el derecho a rezar juntos. Jesús así lo declaró cuando Él hizo esta promesa: “Donde dos o tres se reúnan en Mi nombre, ahí estaré entre ustedes “ (Mt. 18, 19-20). Por lo tanto, se entiende que nuestro sacramento bautismal nos comisiona y unge solemnemente a cada uno de nosotros a una vida de oración. En otras palabras:

“Así como Cristo fue ungido sacerdote, profeta y rey a fin de que ustedes vivan siempre como miembros de Su Cuerpo y compartan la vida eterna…”

Esto es así ya que el derecho canónico de la Iglesia Católica claramente declara cuando una reunión de oración no es una liturgia o para-liturgia como la que se llevaría a cabo en una iglesia ( can. 1224) o semi pública (v.gr. “como normam iuris”). Por lo que si un obispo declara que “no otorga permiso para una Casa de Oración”, cuando de hecho, el otorgamiento de permiso no es requerido, el obispo está actuando ilegalmente, y también transmite la impresión que los fieles están actuando indebidamente. Esto es difamación.

Es una vergüenza que obispos ocultos que no tienen el coraje de dar la cara y confrontar personalmente a la Sra. Christina Gallagher, tengan la audacia de perjudicarla mundialmente con mentiras y engaños; en ocasiones mediante sugerencias y en otras con obvias falsedades, tratan de destruir su reputación. Debido a la verdad que ella porta, la Sra. Gallagher ha sido víctima inocente de envidias y rumores maliciosos por más de veinte años.

¿Acaso la Iglesia fundada en la muerte y resurrección de Cristo y con el propósito de mostrar compasión incluso a la más grandes pecadores, no puede siquiera tratar justamente a una persona indefensa que ha sido comprobada como verdadera en su misión por cada medio que la Iglesia requiere tales como autenticidad supranatural, abundancia de curaciones científicamente comprobadas, innumerables conversiones documentadas, don de conocimiento y cumplimiento de profecías concernientes a eventos mundiales (por ej. Ruanda, Chechenia, Las Torres Gemelas, los maremotos, los cambios climáticos, etc.)? A cambio, sus calumniadores has tratado de minar el trabajo de Dios dado a ella, obstaculizando la protección ofrecida a través de su trabajo, y ocasionar el rechazo mundial de sus dones y frutos que le están siendo otorgados por Dios.

Pbro. Dr. Gerard McGinnity